Una pregunta que generalmente nos hacemos o hacemos cuando
alguien nos ofende una y otra vez y luego viene a pedirnos perdón es: ¿Hasta
cuándo tendré que estarte perdonando? Este es un mensaje claro para el
ofensor de que en algún
momento puede ser que no estemos dispuestos a seguir perdonando. ¿Cómo
trata Dios a los pecadores? ¿Su perdón también es
limitado?
Pedro uno de los discípulos
de Jesús quiso tener este tema claro
en su mente y pregunto: ¿Hasta
cuantas veces he de perdonar a mi hermano que peque contra mí?...... (Mt 18:21,22). En el
pensamiento judío el número siete es un símbolo
de perfección. así que para pedro ser capaz de perdonar siete veces a una
persona era una demostración de
una capacidad perfecta para perdonar. Si alguien necesitaba más que esa medida ya no se podía hacer más porque habría
sobrepasado el límite máximo de oportunidad de ser perdonado.
Con su respuesta Jesús le
deja ver que perdonar siete veces a una persona no era suficiente. Y le propone
una norma mayor: "setenta veces siete". Es decir 490 oportunidades para cada
persona. Nadie podría llevar semejante
contabilidad, por lo que tenemos que tratar de entender que le quiso ensenar
Jesús a Pedro y a nosotros. La enseñanza clara de este incidente es que
no se le debe poner límites
al perdón. Dios no lo hace, tampoco lo
deberíamos hacer nosotros.
El Pecado imperdonable.
Ahora analicemos esto un poco más. Si Jesús habla
de que no se le debe poner límites
al perdón porque la Biblia hace mención a un pecado imperdonable (Mt. 12
31). ¿No es esto una contradicción? No, no lo es. Juan, otro de los discípulos de Cristo, escribió bajo la inspiración del Espíritu Santo: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." (1Jn 1:9).
"Si confesamos" he ahí la clave para entender esto. El único pecado que Dios no puede perdonar es aquel del que no
nos arrepentimos. Juan nos enseña que si nos arrepentimos del mal que hayamos
hecho y lo confesamos Dios está
dispuesto a perdonarnos todas las veces que sea necesario. Eso es lo que se
llama justificación por la fe.
¿Quiere decir esto que tengo
la libertad de pecar y que lo único
que tengo que hacer es asegurarme de arrepentirme cada vez que peque? La
respuesta es NO. Tú puedes arrepentirte y pedir
perdón cada vez que peques, pero
no tienes un "permiso" para pecar.
La Gracia Vs la Obediencia.
La Biblia también habla
de la importancia de la obediencia. Por la gracia de Dios recibimos el perdón por nuestras faltas. Los efectos de
la gracia no anulan la responsabilidad de ser hijos obedientes. Obedecer los
mandamientos de Dios muestra el tipo de relación
tenemos con él. Jesús enseñó: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Jun.
14:15) y el discípulo Juan vuelve a decir: “El que dice: Yo le conozco, y no
guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (1Jun. 2: 4).
Cuando amamos a alguien, y a la vez sabemos que somos amados
también y que esa persona nos
perdonará cualquier falta, es cuando
menos queremos ofender. Porque no queremos dañar la
relación. El hijo de Dios consiente
del amor de su padre celestial, querrá cuidar
la relación que tiene con su padre. Si
llegara a pecar sabe que puede ir arrepentido a su padre y solicitar perdón. Pero nunca buscará vivir una vida
de desobediencia.
Mientras sigamos reconociendo a Jesús como nuestro amigo personal y busquemos relacionarnos
con él cada día nuestra voluntad será santificada y obedecer los
mandamientos de Dios será motivo
de placer para nosotros.
Repite en silencio:
Señor
gracias por estar dispuesto a perdonar todos mis pecados. Ayúdame a apartarme del mal. Ayúdame a tener una relación diaria contigo y que mi fe crezca
al punto de convertirme en un hijo obediente a tu voluntad. Por Jesús, amén.Si te gustó este artículo, por favor, dale Like, compártelo y comenta. De esa forma beneficiarás a otros y darás apoyo a nuestro ministerio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario