jueves, octubre 12, 2017

El Pecado que no Tiene Perdón.

Una pregunta que generalmente nos hacemos o hacemos cuando alguien nos ofende una y otra vez y luego viene a pedirnos perdón es: ¿Hasta cuándo tendré que estarte perdonando? Este es un mensaje claro para el ofensor de que en algún momento puede ser que no estemos dispuestos a seguir perdonando. ¿Cómo trata Dios a los pecadores? ¿Su perdón también es limitado?

Pedro uno de los discípulos de Jesús quiso tener este tema claro en su mente y pregunto: ¿Hasta cuantas veces he de perdonar a mi hermano que peque contra mí?...... (Mt 18:21,22). En el pensamiento judío el número siete es un símbolo de perfección. así que para pedro ser capaz de perdonar siete veces a una persona era una demostración de una capacidad perfecta para perdonar. Si alguien necesitaba más que esa medida ya no se podía hacer más porque habría sobrepasado el límite máximo de oportunidad de ser perdonado.

Con su respuesta Jesús le deja ver que perdonar siete veces a una persona no era suficiente. Y le propone una norma mayor: "setenta veces siete". Es decir 490 oportunidades para cada persona. Nadie podría llevar semejante contabilidad, por lo que tenemos que tratar de entender que le quiso ensenar Jesús a Pedro y a nosotros. La enseñanza clara de este incidente es que no se le debe poner límites al perdón. Dios no lo hace, tampoco lo deberíamos hacer nosotros.

El Pecado imperdonable.
Ahora analicemos esto un poco más. Si Jesús habla de que no se le debe poner límites al perdón porque la Biblia hace mención a un pecado imperdonable (Mt. 12 31). ¿No es esto una contradicción? No, no lo es. Juan, otro de los discípulos de Cristo, escribió bajo la inspiración del Espíritu Santo: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." (1Jn 1:9).

"Si confesamos" he ahí la clave para entender esto. El único pecado que Dios no puede perdonar es aquel del que no nos arrepentimos. Juan nos enseña que si nos arrepentimos del mal que hayamos hecho y lo confesamos Dios está dispuesto a perdonarnos todas las veces que sea necesario. Eso es lo que se llama justificación por la fe.

¿Quiere decir esto que tengo la libertad de pecar y que lo único que tengo que hacer es asegurarme de arrepentirme cada vez que peque? La respuesta es NO. Tú puedes arrepentirte y pedir perdón cada vez que peques, pero no tienes un "permiso" para pecar.

La Gracia Vs la Obediencia.
La Biblia también habla de la importancia de la obediencia. Por la gracia de Dios recibimos el perdón por nuestras faltas. Los efectos de la gracia no anulan la responsabilidad de ser hijos obedientes. Obedecer los mandamientos de Dios muestra el tipo de relación tenemos con él. Jesús enseñó: Si me amáis, guardad mis mandamientos (Jun. 14:15) y el discípulo Juan vuelve a decir: El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él (1Jun. 2: 4).

Cuando amamos a alguien, y a la vez sabemos que somos amados también y que esa persona nos perdonará cualquier falta, es cuando menos queremos ofender. Porque no queremos dañar la relación. El hijo de Dios consiente del amor de su padre celestial, querrá cuidar la relación que tiene con su padre. Si llegara a pecar sabe que puede ir arrepentido a su padre y solicitar perdón. Pero nunca buscará vivir una vida de desobediencia.
Mientras sigamos reconociendo a Jesús como nuestro amigo personal y busquemos relacionarnos con él cada día nuestra voluntad será santificada y obedecer los mandamientos de Dios será motivo de placer para nosotros.

Repite en silencio:
Señor gracias por estar dispuesto a perdonar todos mis pecados. Ayúdame a apartarme del mal. Ayúdame a tener una relación diaria contigo y que mi fe crezca al punto de convertirme en un hijo obediente a tu voluntad. Por Jesús, amén.



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