sábado, julio 28, 2018

La Iglesia: Una Familia Real.




El 19 de mayo de 2018 el mundo entero tenía sus ojos puestos en la iglesia de San Jorge en el castillo de Windsor. Meghan Markle se unía a través del matrimonio con el príncipe Harry, y a su vez a la familia real británica. Para muchas jóvenes la actriz estadounidense Meghan Markle había logrado un sueño envidiable. Meghan se convirtió en la escogida del Príncipe y todos querían ser testigo de cómo esta pasaba a convertirse en miembro de la realeza inglesa. “La familia real más poderosa y mediática del mundo”.

Cientos de artículos han sido escritos al respecto, llamando mi atención uno del periódico el País donde en su sitio digital describe algunas cosas que Megan Markle no podrá volver a hacer como miembro de la familia real:

Actuar. Renuncio a su carrera como actriz pues no está permitido para los miembros de la familia real.
Votar. Al no ser ciudadana inglesa tendrá que esperar 5 largos años para lograr la ciudadanía y tener derecho a votar.
Llegar tarde.
Tener redes sociales.
Hacerse selfies.
Pintarse las uñas de colores oscuros.
 Llevar zapatos de cuña (solo sandalias, tacones o mocasines)
Llevar faldas cortas.
Cruzar las piernas en público.
Firmar autógrafos.

¿Qué les parece? Interesante ¿no?
¿Qué les parece eso de pertenecer a la realeza?
¿Estaríamos dispuestos a renunciar a todo lo que ha renunciado esta joven?

Si nos fijamos bien esta joven ha renunciado a su vieja manera de vivir para poder vivir una nueva vida. ¿Y por qué lo ha hecho? Por amor al príncipe.
Una perfecta ilustración de lo que es unirse a la familia de Dios.

Antes de ser cristianos nosotros éramos unos pobres pecadores entregados a los excesos del mundo.

1 corintios 6
. . . No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones,
10 ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios.
11 Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
"En otro tiempo erais tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor" (Efe. 5: 8)

Nuestro único destino era la destrucción eterna. (Rom. 6: 23).
Porque la paga del pecado es muerte,” …

Antes éramos esclavos del pecado, pero ahora somos libres. Y no solo libres, sino que hemos pasado de muerte a vida.

Romanos 6: 22 y 23
  “Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
  Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”.

Y no solo eso, sino que hemos llegado a ser hijos de Dios.

Efesios 1
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.
“Y si hijos, también herederos; y herederos de Dios y coherederos con Cristo, sí es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados." (Rom. 8: 17).

Es decir que por la gracia de Dios tu y yo hemos sido llamados a formar parte de la familia real del reino de los cielos.

Efesios 3
14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,
15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,

Esto también es confirmado por el apóstol Pedro cuando dice:
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable." 1 Ped. 2: 9.

Es decir que cuando yo me estoy uniendo a la iglesia estoy teniendo el privilegio de unirme también a la familia celestial.
Y como todo privilegio viene acompañado también de responsabilidades:

Leímos en Efes. 1: 4según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”,

 Y lo repite en Efesios 5

24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,
26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,
27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
¿Es esa la condición de la iglesia de hoy?
¿Podemos decir que somos una iglesia, una familia sin arrugas y sin manchas?

Si dijéramos eso el mismo Dios nos llamaría mentirosos.

1 Juan 1: 8
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”.

La Palabra compara a la iglesia con un edificio cuyo fundamento es Cristo, pero es un edificio que todavía está en construcción.

La Palabra también compara a la iglesia con una familia. En la familia nos amamos, pero no somos perfectos.
Pero hay personas que les encanta estar hablando de los problemas de la iglesia.

¿Cómo actuamos con la gente que viene a hablarnos mal de nuestra familia de sangre?
Lo normal es que demandemos respeto por aquellos a quienes estamos unidos por lazos inquebrantables de amor y compañerismo. Así debemos actuar con quienes intentan desvirtuar a la iglesia.

Sin embargo, el propósito de Dios es que seamos tanto en lo personal como en lo colectivo un pueblo “sin arrugas y sin manchas”. Por eso es que a veces tenemos que atravesar por duras pruebas.
¿Cómo se le quitan las manchas a la ropa?
¿Cómo se le quitan las arrugas?
Hace falta un proceso de limpieza y de acondicionamiento que a ojos de inexpertos puede parecer un proceso un poco agresivo.

La iglesia es una gran familia, pero es una familia en mejoramiento.
La iglesia no está peor ahora que antes. Lea la historia de la primera iglesia y comprenderá que ellos también enfrentaron problemas y dificultades que tenían que ser resueltos.
Pero ponían los ojos en Jesús autor y consumador de la fe (Heb. 12:2). Y se reunían y buscaban las soluciones apropiadas.
Hoy tenemos muchas dificultades y algunos creen que la iglesia va a fracasar en algún momento. Olvidando así que “el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;” (Filip. 1: 6).

El profeta Juan en su visión de apocalipsis 19 después de describir el destino del Diablo y de sus agentes terrenales (enemigos de Dios y de su iglesia), describe una escena de adoración frente al trono celestial donde se presenta como la iglesia es recibida y aprobada en la corte celeste.

Apocalipsis 19:
5 Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes.
6 Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!
7 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.
8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.
9 Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero.
  A ser parte de ese pueblo escogido, de ese real sacerdocio que se presentara triunfante frente al tono celestiales es que tu estas llamado a formar parte.

¡Tú estás llamado a unirte a LA FAMILIA REAL DE DIOS!

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